Esta vez el Bufet Molina Bosch vuelve a valorar una película en la que el elemento central es un juicio militar en contexto de guerra, al igual que ya vimos en "El sargento negro".
Si hablamos de un film de Stanley Kubrick, está claro que no será una película cualquiera. Efectivamente, se trata en este caso de una película con una trama muy sencilla y con pocas pretensiones estéticas. Lo que cuenta es el fondo, el mensaje profundo que transmite. Se mezcla el sin sentido que significa la guerra en la época moderna, los juegos de poder en los diferentes niveles del estamento militar, desde el soldado raso hasta el oficial de más alto nivel, y la despersonalización de unas tácticas militares ancladas en el antiguo régimen, pero con un material bélico con una capacidad de destrucción masiva.
En este contexto, tres soldados escogidos a dedo o por sorteo responderán por todo un regimiento que no ha sido capaz de conquistar un enclave, por orden de un oficial incompetente que se preocupa más de su proyección como militar que de velar por las vidas de las personas que tiene a su cargo.
Para los que formáis parte del mundo de los juristas, veréis cómo se desarrolla un consejo de guerra en el que las irregularidades procesales afloran descaradamente y con toda normalidad, sin que nadie pueda hacer nada más que protestar formalmente, aún sabiendo que será inútil. Todo el pan está repartido desde el principio, todo el mundo lo sabe, pero hay que montar el circo y hacer la pantomima porque el sistema está montado así, no se puede hacer nada más.
Una película magistral que nos permite valorar la suerte que tenemos de nuestro sistema jurisdiccional, con todas sus imperfecciones.
Esta es la película más moderna que hemos comentado hasta ahora. Como en la mayoría de los casos, se trata de nuevo de un filme estadounidense y, claro, se nota que tienen una larga tradición en el género, pero también que cada vez necesitan rebuscar más la trama para poder ofrecer un metraje original. Lo reconozco, es una de las cosas que me molesta cada vez más del cine americano. La falta de ideas auténticas les lleva a crear tramas a menudo poco creíbles.
En este caso, se trata de un personaje de mediana edad, inteligente, metódico y complejo, encarnado por Anthony Hopkins, que dispara a su mujer a sangre fría, de forma premeditada y perfectamente calculada para que no se le pueda incriminar. La acusan y lo llevan a juicio, renuncia a su abogado y se defiende a sí mismo frente a un joven fiscal brillante, protagonizado por Ryan Gosling.
No dudo que uno no pueda defenderse a sí mismo en juicio, pero el protagonista lo hace de una forma tan cuidadosa, serena, incluso prepotente, que se hace difícil pensar que haya alguien que se pueda comportar de esta manera en su primer juicio, y menos aún en uno de esta trascendencia. Todos los abogados recordamos nuestros primeros juicios y no es nada fácil, ¿verdad?
Aún así, la trama está bien montada, se mantiene el suspense hasta el final, la música acompaña perfectamente las escenas y los actores hacen grandes interpretaciones. Sobre todo me ha sorprendido muy agradablemente la de Ryan Gosling, que hace muy creíble su personaje. No tan así en el caso de Hopkins, que por muy bien que interprete su papel, hace difícil creer que pueda haber alguien con este perfil. Pero es la imagen que acompaña este gran actor, que no es la primera vez que encarna este tipo de personajes (recordemos el célebre Annibal Lecter).
Así pues, el Bufet Molina Bosch recomienda esta película para que la veáis una noche tranquila. No se hace pesada en absoluto y seguro que os gustará el desenlace final. Y de paso, fijaos en los títulos de crédito iniciales. Están montados de manera que da la sensación de que se fusiona la realidad con la ficción.
En un blog sobre comentarios de grandes películas no podía faltar un film de Alfred Hitchcock. También él dirigió un filme de esta temática, alejándose un poco de sus típicas películas de suspense, con un resultado desigual según el momento de la trama.
Antes de comentar este film, quiero dejar bien claro que pienso que deberían haber traducido el título literalmente del inglés, ya que se ajusta mucho más al argumento que no el que le pusieron. Tampoco me gusta demasiado la voz que le ponen al protagonista, interpretado por el mítico Henry Fonda, que ya repite en este blog, pero su interpretación te lo hace olvidar.
Dicho esto, lo primero que hay que saber es que esta película se basa en hechos reales. Es importante retener este dato ya que esto aumentará tus emociones cuando visiones el film. No te preocupes, Hitchcock en persona te lo recordará al inicio. Y esto es especialmente importante para los abogados que leais estas líneas. El tratamiento del encausado es tan realista que te das cuenta realmente del trance que sufren nuestros clientes cuando pasan por una situación a la que nosotros ya estamos acostumbrados, pero que no deja de ser muy crítica para cualquiera.
Pero abordemos el argumento. Christopher E. Balestrero, un músico afable, con una familia típica con ciertas dificultades económicas, es detenido por un robo que dice que no ha cometido. Es la primera vez que se encuentra en una situación de este tipo y su reacción es como la de un muñeco que asiste atónito a su perdición y a la de su familia, sin que pueda hacer nada para remediarlo. La interpretación de Henry Fonda y la forma como la dirige el maestro Hitchcock, con un tono hiperrealista, casi de documental, de influencia kafkiana, hacen de esta primera parte de la película una obra maestra que no se puede perder ningún abogado con un mínimo de empatía.
La segunda parte del filme, que se dedica al juicio y al desenlace, es más floja desde el punto de vista de la trama y, en mi opinión, el final es demasiado precipitado y falto de suspense. Además, la última voz en off dibuja un final feliz de la situación real de aquella familia después de todo este suceso, cuando la realidad fue muy diferente. Exigencias de la productora y de un sector de público que necesita ciertas dosis de superficialidad.
El Bufet Molina Bosch recomienda esta película a todos los abogados para que os deis cuenta de la angustia que sufre nuestro cliente cuando es la primera vez que choca con la justicia. A nosotros nos recuerda la importancia de nuestro trabajo ya que somos los que tenemos que dar calma y seguridad al cliente, por más que las cosas le vayan absolutamente en contra.
