Esta vez el Bufet Molina Bosch vuelve a valorar una película en la que el elemento central es un juicio militar en contexto de guerra, al igual que ya vimos en "El sargento negro".
Si hablamos de un film de Stanley Kubrick, está claro que no será una película cualquiera. Efectivamente, se trata en este caso de una película con una trama muy sencilla y con pocas pretensiones estéticas. Lo que cuenta es el fondo, el mensaje profundo que transmite. Se mezcla el sin sentido que significa la guerra en la época moderna, los juegos de poder en los diferentes niveles del estamento militar, desde el soldado raso hasta el oficial de más alto nivel, y la despersonalización de unas tácticas militares ancladas en el antiguo régimen, pero con un material bélico con una capacidad de destrucción masiva.
En este contexto, tres soldados escogidos a dedo o por sorteo responderán por todo un regimiento que no ha sido capaz de conquistar un enclave, por orden de un oficial incompetente que se preocupa más de su proyección como militar que de velar por las vidas de las personas que tiene a su cargo.
Para los que formáis parte del mundo de los juristas, veréis cómo se desarrolla un consejo de guerra en el que las irregularidades procesales afloran descaradamente y con toda normalidad, sin que nadie pueda hacer nada más que protestar formalmente, aún sabiendo que será inútil. Todo el pan está repartido desde el principio, todo el mundo lo sabe, pero hay que montar el circo y hacer la pantomima porque el sistema está montado así, no se puede hacer nada más.
Una película magistral que nos permite valorar la suerte que tenemos de nuestro sistema jurisdiccional, con todas sus imperfecciones.
